Bandera de la Demajagua

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Carlos Manuel de Céspedes proclamando la idependencia de Cuba
Bandera de la Demajagua
Ruinas de La Demajagua, conservadas hoy en día
Campana de La Demajagua, con cuyo toque Céspedes pronunció el Grito de Yara, comienzo la Guerra de los Diez Años
Candelaria Acosta a los 73 años (1924)
Candelaria Figueredo, hija de Perucho, llevando la Bandera de la Demajagua durante la toma de bayamo, 20 de octubre de 1868
Bandera de Cuba y la de La Demajagua en la Asamblea Nacional del Poder Popular

La Bandera de la Demajagua, también conocida como Bandera de Yara o Bandera del 10 de Octubre, fue creada por el patriota Carlos Manuel de Céspedes, El Padre de la Patria, y confeccionada por Candelaria Acosta ("Cambula").

Creación de la bandera

Artículo principal: Grito de Yara

Resuelto a sublevarse, el 9 de octubre de 1868 Céspedes despachó varios emisarios citando a los patriotas de la zona, para reunirse en su finca La Demajagua. Pero necesitaba con urgencia de una bandera bajo la cual se realizaría el levantamiento. Recordando el diseño de la bandera de Narciso López, Céspedes decidió una variante suya con los mismos colores azul, rojo y blanco. Llamó a Candelaria a su casa en La Demajagua, y le señaló la necesidad de contar para el día siguiente con la bandera. Candelaria llegó a la casa de Céspedes, examinó el esbozo de la bandera y dio su opinión sobre la cantidad y cantidad de tela necesaria.

Céspedes llamó al mayordomo del ingenio José Antonio Castillo ("Moringo"), y le encomendó que él o algunos de sus hombres viajara con urgencia a Manzanillo a comprar la tela. La tarea debía hacerse con con discreción, pues las autoridades españolas ya estaban alertas sobre sus planes conspirativos, y los habían mandado a arrestar. Como Moringo podía levantar sospechas de los españoles, se fue junto a un tal Eustaquio, apodado "Negro Colorado". Horas después ambos regresaron con las manos vacías, pues casi se topan con postas españolas que registraban a todos a la entrada de Manzanillo, y no se arriesgaron.

Esto contrarió mucho a Céspedes, y fue a buscar a Candelaria a contárselo. La joven, llena de fe y confianza, le propuso entonces hacer la bandera con telas de ella misma. Candelaria rasgó el cielo del mosquitero de una cama de color rojo, y cortó una tela blanca que había comprado días antes para hacerse un corpiño. Pero no tenían tela azul. Desesperado, Céspedes entonces dirigió su mirada hacia el velo azul que cubría el retrato de su difunta esposa, orgulloso de que aquella dama sonriente de grandes virtudes y respetada memoria pudiera de alguna manera, ayudar en el problema, y exclamó:

"!Aquí está el azul!".

Cuando Céspedes intenta desprender el velo del retrato, Candelaria le dice:

“No es necesario, yo tengo un vestido azul de mi uso”.

Reunidas las telas por fin, bajo la dirección de Céspedes y sentada en la misma espaciosa sala, se puso a coser la bandera. Terminada la bandera, casi cuadrada de 126 cm de ancho por 130 cm de largo, Céspedes dice:

“Falta ahora una estrella de cinco puntas”, a lo que ella contestó:

“No la sé bordar y aunque lo supiera tampoco lo haría, porque no sé dibujarla”.

Observando la escena se encontraban numerosos espectadores, ansiosos de ver por fin la bandera de la insurrección. Entre ellos estaba el joven de 20 años Emilio Tamayo, que quería ser el abanderado, y que entonces dibujó la estrella en un papel. Candelaria usó el papel como calco sobre la tela con alfileres, la recortó y cosió. Aunque como ella reconoció, no quedó muy bien, porque no era experta costurera, y la mutitud los apuraba por venir ya la noche.

Emilio Tamayo recibió la bandera de manos de Candelaria, y la paseó por el batey del ingenio ya convertido en campamento, bajo los vítores de los presentes.

A las 10 de la mañana del día siguiente, Céspedes preside el juramento de los casi 500 conjurados, bajo la nueva bandera enarbolada por Emilio Tamayo, apuntalando su estirpe patriótica con la sentencia:

"Primero mueran antes que verla deshonrada" y lee el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba.

De esta forma Candelaria entró en la historia cubana junto a la bandera de La Demajagua, insignia bajo la cual Céspedes lanzó el Grito de Yara, que inició la Guerra de los Diez Años por la independencia de Cuba.

Carlos Manuel de Céspedes cae en combate contra los españoles el 27 de febrero de 1874, y Candelaria Acosta muere el 23 de mayo de 1932.

Suerte de la bandera

En 1869, un año después del comienzo de la guerra, se reunió la primera Asamblea Constituyente de la República de Cuba en Armas en Guaimaro, Camagüey. Entre otros temas se debatió sobre bajo cuál bandera debían combatir los independentistas cubanos, la bandera de La Demajagua creada por Carlos Manuel de Céspedes al darle comienzo a la guerra independentista, o la de la Estrella Solitaria de Narciso López. La elegida fue ésta, pues Narciso López había sido quien había dado el primer paso por la libertad de Cuba.

Ya entrada la guerra, Céspedes decide poner a resguardo la bandera para evitar que cayera en manos españolas. Se la envía a Ana de Quesada y Loynáz, su segunda esposa, que residía Nueva York tras haber sido desterrada de Cuba por el Capitán General, acompañana de una carta escrita el 18 de octubre de 1871, donde le decía:

“Te envío mi Bandera de Yara, guárdala con cuidado religioso hasta nuestros días”.

Después de varias peripecias la bandera fue a parar a su destino en 1872, y no regresa a Cuba hasta 1898.

El 12 de agosto de 1898 se firmaron en Washington los protocolos de paz, y las tropas españolas evacuaron la provincia de Oriente. Ana de Quesada inmediatamente parte de regreso a Cuba con la bandera, y desembarca en Santiago de Cuba en setiembre de 1898. Es recibida por su hijo, el Coronel Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, acompañado del General José Lacret Morlot y sus ayudantes. Varios días después van a Manzanillo, invitados por el Mayor General Francisco Javier de Céspedes, que ya tenía 80 años. Al ver la bandera de la Demajagua, el anciano veterano quedó profundamente conmovido.

A fines de diciembre Ana de Quesada y Loynáz con su hijo parten a La Habana en barco, adonde llegan el 1 de enero de 1899 a las 5 de la mañana. Curiosamente, horas antes había sido arriada la bandera de España de la Fortaleza del Morro y La Cabaña, terminando con siglos de colonialismo español en Cuba.

Al enterarse Candelaria Acosta de que la bandera ya estaba a salvo en La Habana, parte desde santiago de Cuba para reconocerla. Al verla exclamó:

“Esta es la Bandera que cosieron mis manos la tarde-noche del 9 de octubre de 1968 y no otra”.

La bandera de la Demajagua fue conservada como patrimonio nacional. Primero , y aunque no es la oficial, sigue usándose hasta hoy en las sesiones del parlamento cubano, hoy Asamblea Nacional del Poder popular. La bandera original se conserva en la actualidad en la sede de las banderas del Palacio de los Capitanes Generales, encabezando los estandartes que recuerdan los momentos trascendentales de la Revolución Cubana.

Ver también

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